A principios de los años cuarenta, Jaime Sendra, Jefe de Producción de El Molino, fue quien vio la oportunidad en la elaboración industrial del pan de caja o de molde y habló de esta idea con Lorenzo Servitje, quien era gerente de la pastelería ¿Por qué no ponemos una fábrica de pan? Dijo Jaime. Con esa sencilla pregunta e invitando al resto de los fundadores iniciarían la aventura.
En septiembre de 1945, contrataron a su primer colaborador, un joven de 17 años: Roberto Servitje.
Con tan solo 34 trabajadores comenzaron operaciones en una pequeña fábrica de la Ciudad de México, construida en el número 117 de la calle 58 Norte, en la colonia Santa María Insurgentes.